Está
de moda la palabra “resiliencia”. El concepto tiene que ver con la capacidad de
las personas para recuperarse de situaciones difíciles y, a pesar de todo,
seguir avanzando hacia el futuro. Pero esa definición sola no dice demasiado.
Salvo que venga acompañada de una historia.
“En
un momento dado me dije, ¿me meto en la cama o la lucho? Y decidí lucharla”
describe Miriam Nujimovich a la encrucijada
que por un pase del destino derivó en la creación de la primera marca de ropa
inclusiva de la Argentina. Pero para llegar ahí primero hay que rebobinar.
Corría
2010, Miriam vivía en Miami con su familia. Trabajaba en el mundillo del arte,
y por lo general se la pasaba estresada. Hasta que sufrió un accidente
cerebrovascular (ACV). Tenía 45 años, y su hijo apenas 9.
No
presentaba ningún factor de riesgo: solamente el estrés. Pero entró
al hospital con un cuadro gravísimo, y de hecho estuvo dos
meses enteros internada, 60 días durante los cuales no terminaba de entender lo
que le pasaba a su cuerpo ni a su mente.
Tres
días después de salir del hospital en silla de ruedas se tomaba un avión rumbo
a la Argentina. Junto a su hijo se quedó en la casa de sus padres aunque casi
no podía hablar, ni era capaz tampoco de mover la parte derecha de su cuerpo.
Pero había algo que latía, algo que la empujaba a seguir intentándolo, algo por
lo cual luchar. “A pesar de todo, estaba positiva. Me
creé una coraza, como una gladiadora”, explica, y con sus
palabras le imprime otro cariz a la idea de “resiliencia”.
Miriam
tuvo que volver a aprender a hablar, a caminar, a comer. Y el
solo acto de vestirse era toda una odisea. Fue precisamente
durante un viaje que esa dificultad precipitó el chispazo.
“Para
ese viaje se me cruzó la pésima idea de llevarme una campera con cierre. Le
tenía que pedir a mi hijo de diez años que me ayudara”, recuerda. Y pensé:
‘Basta con esto. ¿No existe un negocio que ofrezca ropa adaptada? Entonces hay
que ponerlo en marcha’. A mi hijo se le ocurrió el nombre. Y así fue
como arrancó Handy”.
Volvieron,
el proyecto empezó a rodar. Miriam le encargó a su modista, la misma que
siempre le hacía los ruedos de los pantalones, que probara adaptar algunas
prendas. Tomaron manos a la obra y se pusieron a coser velcros
donde antes había botones, elásticos con pasa ojales, a crear
corpiños que se cierran hacia adelante, buzos con cierres en las mangas y
también jeans que se abren por los costados y son más altos detrás, con lo cual
resultan mucho más cómodos para quienes usan una silla de ruedas. “Son
muchísimos los detalles que hacen a estas prendas, de hecho es su concepción
misma desde cero. No se puede hablar de ropa inclusiva por poner dos cierres”,
expresa Miriam.
La tienda despegaba
y el público se interesaba cada vez más en esas prendas funcionales,
democráticas y a-género que sobre todo aportan libertad y confianza.
Desde 2016 Miriam se dedica tiempo completo a su compañía, la marca que tiene
el propósito de incluir a quienes otras excluyen.
“Ofrezco
muchos, muchísimos talles. Pero no solo por eso Handy es una marca inclusiva,
sino porque se ocupa de responder a lo que necesita un público muy amplio y muy
diverso. De hecho ahora vamos a lanzar una línea de piyamas para todos, tengan
o no alguna discapacidad, o tal vez les toque estar con un brazo enyesado.
Nuestro fin es integrar de verdad a todos pensando
tanto en la comodidad como en los talles, el género y el precio”, se entusiasma
Miriam.
Handy
se trae entre manos el proyecto de tejer alianzas con diferentes tiendas para
que también puedan ofrecer este tipo de indumentaria, dado que no existen en el
mercado argentino otras firmas completamente inclusivas.
La
marca no es solo la primera PyME del mercado argentino
que puso la mirada en la inclusión, sino que además se trata de
una empresa de triple impacto. “Todo lo que puedo hacer sustentable, lo hago
sustentable” afirma Miriam y explica que las prendas se confeccionan en talleres
dignos –contactados a través de las ONG Cosiendo Redes y La Alameda- los
empaques son biodegradables de maíz, las etiquetas de papel reciclado y las
telas de descarte de otras empresas.
Lo
que busca la firma va más allá de vender prendas: tiene que ver con abrir
la conversación hacia la diversidad corporal pensando al
cuerpo de una manera dinámica, ya que este puede verse modificado a lo largo
del tiempo y por diferentes factores que transforman su representación en el
plano social. Por eso Handy propone entender al cuerpo como el soporte de
nuestras propias experiencias que a la vez lo configuran y lo cambian.
“Soy
muy de volar”, confiesa Miriam a la hora de compartir sus proyectos. “Me
gustaría que Handy marque un cambio, que sea capaz de
mostrarnos que somos todos iguales”, reflexiona y en definitiva ese es el
núcleo de la inclusión: nuestra capacidad de representar y dar una mejor
respuesta a la frondosa, riquísima y fascinante diversidad humana.