El número de personas que en el país
tienen dificultad para encontrar indumentaria de su talle permanece
entre el 60% y el 70% de los encuestados, según una encuesta anual de la filial
local de Anybody, la ONG que
trabaja en defensa de la diversidad corporal.
En el estudio de este año, reconocieron ese problema el 63% de los más de 7700 hombres
y mujeres de entre 10 y 73 años que participaron. El dato
se vuelve más relevante si se tiene en cuenta que ya existe una Ley
de Talles, sancionada en 2019 y reglamentada en junio pasado,
que aguarda ser aplicada, sujeta a la finalización del Estudio
Antropométrico Argentino (EAAr) para establecer las medidas corporales de
los habitantes. Mientras tanto, desde la industria y
el tercer
sector trabajan en sensibilizar a empresarios,
diseñadores, comerciantes y consumidores.
El
EAAr está a cargo del Instituto Nacional de Tecnología
Industrial (INTI) y ya lleva relevado el 60% de la muestra
en diferentes puntos geográficos, para obtener cifras representativas en cuanto
a género, grupo etario y región; por estos días, con la incorporación de un
segundo escáner 3D, se están efectuando mediciones en San
Juan y Morón, provincia de Buenos Aires.
El
resultado global constituirá la Primera Base de Datos Nacional de
Medidas Antropométricas, que luego se traducirán en las Tablas
de Medidas Corporales dentro de un Sistema
Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (Suniti)
que establece la norma, y que resulta obligatorio para la fabricación, la
confección, la comercialización o la importación de indumentaria.
Transición
“Que
el resultado se mantenga estable no nos sorprende, porque a partir de la reglamentación de
la ley se está finalizando la base del cambio que propone: la unificación de
talles”, indica Mercedes Estruch,
coordinadora de Anybody, sobre la encuesta 2021. “Hasta que eso no esté
disponible y arranque la implementación, la industria seguirá funcionando más o
menos igual. No quiero desconocer los cambios culturales que
se están gestando en ciertos sectores que tienen que ver con la autogestión,
con los emprendimientos, que apuestan a ofrecer una curva más amplia”, agrega,
en un contexto en el que el 55% de los consultados respondieron que el hecho de
no dar con su talle los lleva a cuestionar su cuerpo. Otro 36% sienten tristeza
al no poder dar con la ropa deseada, mientras un 62% reconocen que su “talle
ideal” no es el actual, sino uno (16%), dos (20%) o más de dos (22%) menos del
que tenía al momento de contestar.
“Al
no haber un cambio concreto, real, la problemática sigue existiendo”, analiza
Estruch, y destaca el trabajo desde el activismo, las redes
sociales e incluso los profesionales de la salud,
que empiezan a cuestionar los discursos hegemónicos en la medicina y la nutrición tradicional
para que surjan otros paradigmas que contemplen a todos los cuerpos y los
talles. “Eso hace que se genere una presión en la forma de comunicar en las publicidades y
que las marcas,
para estar a la vanguardia, apuesten a la diversidad –considera–. Y si bien es
un cambio que no se da de un día para el otro, en retrospectiva sí se ha
avanzado”.
Así
como en torno de los proyectos de Ley de Talles presentados con anterioridad al
sancionado hace dos años no se lograba alcanzar un acuerdo entre los actores
intervinientes, lo cierto es que, en el último tiempo, se fortaleció el diálogo entre
los sectores de formación en diseño, confección y venta,
y los consumidores,
sobre todo a través de las organizaciones que accionan por sus derechos.
Ese ida y vuelta ahora se amplifica en la comunicación y divulgación del
contenido que establece la norma que rige para toda la nación.
Sensibilizar
“Estamos
trabajando en la sensibilización de lo que es la ley, y de lo que no es, porque
hay muchísima confusión todavía”, explica la arquitecta Andrea
Zinik, secretaria de Servicios de la Federación
de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba).
En ese sentido, alude a las tareas que están realizando hasta que sea aplicada,
que apuntan a dar respuesta a las dudas que surgen entre fabricantes,
vendedores y ciudadanos, ya que, por ejemplo, persiste la idea errónea de que
todos los comerciantes deberían incluir todos los talles existentes. A su vez,
hace hincapié en la centralidad de educar al canal comercial para que haya
nuevos modelos de negocios y se piense en términos rentables.
“Esto
tiene que humanizar la moda. Merecemos tener una industria inclusiva y
estamos en el camino para que esto sea realidad”, subraya Zinik. Explica además
que el EAAr no solo será esencial para el rubro de la ropa y
el calzado,
sino que también podría ser de utilidad para la fabricación automotriz y la
arquitectura. Al mismo tiempo, menciona que este puede ser un avance en cuanto
a las exportaciones:
lo atribuye a que la importación en los diferentes países tendrá más que ver
con exigencias no necesariamente arancelarias, sino con certificaciones y
normativas. “Cuanto más clara sea la información respecto de la mercadería,
más fácil será entrar a otro mercado”, anticipa.
¿Cómo influyó la pandemia en el sistema de la vestimenta? “Hay un antes y un después, en cualquier industria y también en la moda, donde comienzan a tener más importancia los valores de la marca, es decir, el propósito”, responde. En esa línea, el cuidado del medio ambiente y la inclusión, entre otros, pueden ser considerados como activos de una firma. “Para exportar hay que enviar una propuesta de valor, y si esta incluye talles que se puede demostrar que corresponden a un estudio antropométrico va a robustecerla, tanto para el mercado interno como para el externo –asevera–. Esta ley viene a traer más transparencia”.